
La trama cuenta las peripecias de dos creadores que unen sus habilidades artísticas para enfrentarse a la crueldad de la Segunda Guerra Mundial. Joe Kavalier, obsesionado con las proezas de escapismo de Haudini, logra huir de la Praga asaltada por los nazis bajo la fabulosa sombra del Gólem, imagen que lo atormentará por toda su vida. Sam Clay es un prodigioso artista fascinado con los arquetipos y un ingenioso inventor de mitos, aunque acomplejado por ser judío en plena persecución alemana. Ambos crean a El Escapista, el más extraordinario hit de cómics en la época de Oro del género. Retrata, por supuesto, a los íconos históricos de este arte: Chester Gould, Alex Raymond, Jack Kirby y al magnífico Stan Lee.
A partir de ahí, Chabon examina con minucia, desde un punto de vista que pretende ser hebreo, a la sociedad norteamericana y da entrada a la bestia del capitalismo indiscriminado, que termina por devorar en el frenesí del mercado a la creación de Kavalier y Clay. La forma de la novela, que aparenta ser una biografía anotada, cuenta además el origen de El Escapista y el significado que implica ser un judío antes de la carnicería nazi. Con ello presenciamos de manera casi cinematográfica las aventuras de El Escapista contra los altos mandos de las fuerzas hitlerianas, transportar al Gólem afuera de Praga e incluso rescatar a Salvador Dalí.
El furor de las constantes amenazas que encara El Escapista, sin embargo, comienzan a perseguir al mismo Kavalier, cuando un supervillano obseso emprenda una delirante cacería contra ambos creadores. La ficción de Chabon es imperdible, llena de trampas y referencias, de meditaciones sociológicas y culturales, todo sostenido sobre la precaria perspectiva del inmigrante judío, lo que dota a la novela de una complejidad al abortar la tradición norteamericana de elaborar narradores vernáculos. Un relato híbrido que se nos presenta bajo la forma de una biografía y que además se nos vende bajo el título de un cómic. Es sin duda un artefacto seductor por su mixtura, el cual engloba en clave sarcástica una diatriba contra el voraz mundo del mercado: tres productos en uno: oferta irresistible.
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